Con el alarde del régimen mostrando sus estructuras represivas en la calle, muchos compatriotas han sido presos del escepticismo sobre si finalmente el 15/11 los cubanos saldrán a manifestarse. Entiendo sus preocupaciones y aunque no las comparta, trataré de dejar un par de razonamientos en favor de despejarles ciertas dudas sobre el tema, pues hoy se hace imprescindible que quienes estamos empeñados en levantar a la sociedad cubana frente al desgobierno castrocomunista, seamos inspiración y no un lastre.

Lo primero y básico es algo matemático.
Debemos comprender y asumir que las muestras de la capacidad represora del régimen, están directa y proporcionalmente conectadas al miedo a un pueblo que saben tiene la capacidad de exterminarlos. Hoy en este mundo global y con unas instituciones supranacionales asumiendo y validando con un multilateralismo a regímenes como el chino o el cubano, corresponde únicamente a los pueblos determinar su destino y a la comunidad internacional observar, censurar, colaborar, pero en ningún supuesto decidir por ellos. Y los cubanos ya decidieron el 11J, que no van a seguir dejando que unos pocos hablen en su nombre.
Lo segundo es una cuestión de lógica social.
Cuando un pueblo está maniatado durante generaciones y ha perdido su capacidad cívica en términos de acción, es normal que para ponerse en marcha ocurran sobresaltos, interrupciones que pueden hacer dudar a algunos de su resolución a ponerse en movimiento.
Pero nada más lejos de la verdad. Hoy los cubanos de dentro y fuera estamos ronroneando. No hablo en términos gatunos, sino de pura ingeniería automotriz. Estamos hoy como esos coches que han estado guardados demasiado tiempo sin arrancar y a las primeras usted escucha ese clásico runnn runnn, que te parece que quiere pero no puede. Pero al final si su manufactura es buena, responde y nos alegra el día.
Y entonces como decía mi profe de Instituto: LQQD.
Los cubanos tenemos una impronta que garantiza una hechura cierta de cara a nuestras aspiraciones de libertad. Nos viene de una raíz caribeña a la que un día unos degenerados insertaron una rama de abeto siberiano intentando garantizarse con ello, nuestro sometimiento por los siglos de los siglos. Pero no ha prosperado. El gajo está muerto pues la palma real estaba anclada a la tierra desde tiempos de campanas y teas incendiarias.
Quienes somos fermento social, vayamos sin dudar a perseverar desde la honestidad y la generosidad en la idea del levantamiento. No hay margen porque el enemigo aunque esté condenado a su extinción, no debe ser ingenuamente infravalorado. Hay que ir con todo y todos, a por su desintegración definitiva.

Sin dudar ni retroceder, a darle a la llave de ignición hasta que arranque el motor de nuestro almendron cubano.
Libertad ✌️🇨🇺
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