Todavía lo recuerdo como si acabara de suceder “… de cada uno según su capacidad, a cada uno según sus necesidades… «. “Y eso qué quiere decir profe? Pues básicamente que el dinero no es lo más importante. Profe pero eso es mentira…”
La cosa terminó en la dirección a donde mi madre tuvo que acudir para escuchar las quejas de Eduardo, mi profesor de Marxismo y vecino que seguramente influido por el gran hermano que sobrevolaba por todo el territorio nacional, buscaba hurgar hasta dónde llegaba mi “desviación” ideológica, que se perdía en las mismísimas brumas de aquel infausto enero del 59.
Una de las prioridades del régimen castrista cuando se hizo con el poder fue desarticular la escuela privada en Cuba. Estaba claro que sin el control estatista de la educación era imposible llevar un plan de ideologización masivo a la sociedad, y de paso garantizar un futuro pletórico de borregos. Y aunque la perfección no existe en el actuar humano, estos se emplearon a fondo en un plan que contemplaba hasta el tratamiento de las ovejas descarriadas e incluso de las ovejas negras. No fueron muy originales, solo habían adaptado manuales dogmáticos de probada eficacia al este de Europa.

Al final la cosa salió bien. Una vez acabaron con los últimos vestigios de la gallardía cubana, con los sobrevivientes de la brigada repatriados y las familias del Escambray reconcentradas en Cubitas, comenzó a germinar el hombre nuevo de la nueva doctrina.
Y desde que asomó ya se le veía esa dualidad hecha a imagen y semejanza de su creador siempre atendiendo a las formas más que al fondo. Y le fueron injertadas nomenclaturas disímiles que se adentraron hasta por los vericuetos más recónditos de las familias. Y los padres entregaron en el altar de la indecencia a sus hijos y los hijos fuimos sacrificados a hoces y martillazos, bajo acordes de la Internacional.
Y comenzó la cosecha. Bajo la égida de una constitución espuria recién estrenada, estrenamos en el 76 el primer espaldarazo de las matriuskas recién salidas de la fábrica aplaudiendo como focas ante el guion de Barbados. Poco después en el 80 el homus ploretarius prevaleciendo sobre toda criatura, sellaría su destino marchando combatientemente contra su propia carne. A esas alturas ya el humo del insenciario acariciaba las papilas olfativas de los dioses esteparios noche y día, pues la fábrica borreguil rendía a plena capacidad.
Fue un tiempo de pletórica felicidad y mascarada generalizada que afianzó durante casi 3 décadas el modelo geminiano gracias a carteles de carreteras, y discursos interminables avalados por aplausos y puños enardecidos de tanto Stolisnaya ventajosamente intercambiado por sangre y azúcar. Y durante ese tiempo un bloque internacional incordió fríamente aquí y allá en nombre de una falsa solidaridad, logrando que nuestro líder de factoría injertase con cierto éxito la orquídea canibal en algunos puntos de la geografía americana bajo las órdenes y la auditora mirada de la KGB.
Los cubanos vivían en una moralidad de dudosa decencia ajenos a todo, excepto a las noticias que el Sputnik y Novedades de Moscú nos traían cada mes. Solo los radioaficionados tenían alguna opción pero estaban todos controlados por el compañero de ocasión de la DSE que se encargaba de que se mantuviese en posición “ceguera”. El carnet del PCC no era para todos ( creyentes, homosexuales, cornudos, masones) pero además, ni siquiera para familiares de primer grado o convivientes con estos sujetos de moralidad dudosa. Con todo y todo, los ciudadanos “normales” y los de la clase vanguardista en general exceptuando a los enchufados a la teta, vivían sabiendo que aquello no era lo que pintaba pero una máscara que algunos no se quitaban ni siquiera cuando se desvestían para dormir, les permita ir desandando sus rutinas rutinarias.

Y sucedió lo que tenía que suceder cuando apuestas en la carrera a un gigante con pies de barro.En 1989 esos malditos bastardos alemanes nos traicionan y la dualidad da paso a la trinidad, conceptuosa más que conceptual.
Entonces los ojetes perforados, los unicornios y hasta los iluminados son admitidos entre la grey materialista de vanguardia. Cambiamos el rojo por el verde prometido de tiempo de sierras y barbas, aunque el verdadero color preferido sería el “camuflaje”, una especie cromática que más que una longitud de onda vendrá a ser como un plan sin plan, preparado lo mismo para montar un burdel nacional al aire libre, que el regreso de la esclavitud de tiempos de la Colonia y disfrazarla de un eufemismo: misiones. La paradoja? Que la inmensa mayoría de estos esclavos modernos son parte de la vanguardia escarlata.
El resultado de tanto sincretismo? Recuerdan las ovejas descarriadas y negras del inicio? Pues han seguido siendo las mismas ya que esa raza no deja de dar cabezazos. La particularidad hoy es que lo mismo arremeten contra el pastor de siempre que contra sus propios miembros del corral o contra el rebaño de enfrente si logran saltar la cerca.

Ay Colón que cagazon… o al menos que decepción con perdón de la Verena.
Porque a 31 años del desmontaje del mito comunista de proletarios unidos por la coacción y el horror, con la internet llegando a un cuarto de la población cubana, y un exilio a rebozar de oposición seguimos “encaretados” dentro y fuera. Lo certifican danzas con el agua al cuello o el precio excesivo de un billete de avión exageradamente demandado por quienes han salido y automáticamente aceptados, en base a un “miedo razonable” que no les impide conservar pasaporte.
Maldita y mil veces… maldita filosofía!