Si en los tiempos que corren ve usted por ahí y por allá un ejército de incautos esgrimiendo banderas blancas y de colorines pidiendo que reinen la amistad y solidaridad entre los pueblos… no caiga!. Es la izquierda internacional buscando tontos útiles a los que hincarles el diente.

Me retrotraen a un tiempo en el que desde un programa infantil en la Cuba del 70, un horroroso muñeco de palo en blanco y negro cantaba una cancioncilla que quien la escuchase podría parecerle enternecedora. Decía más o menos así: “… quiero que haya sol siempre que también haya cielo que mamá siempre viva que también viva yo…” Y claro mientras a los niños cubanos de entonces nos pintaban la mar de buenos deseos y buenas intenciones como el ideal hacia el que el “hombre nuevo” debía caminar, castro el innombrable, estaba matando o adiestrando para matar por medio mundo a padres y madres de todos los colores. De igual manera si usted escuchaba hasta el final, sabía que allí había truco, pues en cierto momento el cántico tornaba en algo raro, que a mis oídos sonaba así…” puchiedad suliestronsi, puchiedad suliestreba, puchiedad suliesmama, puchiedad suluya…” No les suena? A mí tampoco: Я хочу, чтобы всегда было солнце, чтобы было и небо, чтобы мама всегда жила, чтобы я тоже жила.

El comunismo ha infringido mucho daño, y eso es un hecho. De entre sus abominaciones más allá de las muertes, pocas les ganan a la masiva manipulación de las mentes de los niños a quienes les tocó sufrirlo. Allí residen muchas de las razones para que durasen tanto en el tiempo. La cabeza sobrevivió 75 años, en el apéndice cubano vamos por 63. Lo peor en nuestro caso es ver a compatriotas en libertad y democracia manteniendo un pensamiento totalitario en muchos de ellos; en otros, la impregnación les hace inconscientemente justificar a sus verdugos cuando “inocentemente”, les sitúan en un proceso de transición.
Por suerte hay otros muchos que conociendo el grado de daño infringido, las cuotas de muerte, destrucción y división de la familia cubana, saben que el único escenario posible es la extinción. Para esos al igual que para mí, sabernos en guerra con el comunismo significa adecuar nuestros valores democráticos y humanos al hecho de que precisamente en guerra, no siempre podremos jugar con las cartas boca arriba, pues frente a una mafia no caben las buenas formas.
En tiempos de Guáimaro ya el apego de patriotas como Salvador Cisneros a la formalidad, nos costó la muerte innecesaria del Padre de la Patria. La Cámara fue tan leal a las formas, como ignorante de un hecho: estábamos en guerra. Y en la guerra, la democracia debe ponerse en concordancia con las circunstancias.

Hoy la oposición cubana exiliada no puede permitirse jugar limpio frente al castrocomunismo. La extinción de la mafia genocida requerirá que nos adaptemos al hecho de que trabajar a plena luz, les dará ventaja a quienes desde la manipulación y el juego sucio, han llevado siempre un as bajo la manga. La astucia y la discrecionalidad en algunas de nuestras acciones cuando estas pretendan dañar al régimen, deberán ser un método si queremos dar primero. Y habrá que darles duro, pues el muerto va a resistirse hasta que lo hayamos enterrado.
Ni un totalitario como Putin entiende de buenas maneras, ni al sátrapa cubano vamos a ganarle desde la formalidad democrática. Ni uno ni otro creen en el valor de la verdad y la honestidad. Estos solo entienden de el lenguaje de la resistencia, de la fuerza. Europa ya camina hacia el enfrentamiento. Cuba aún espera por la determinación de algunos que se resisten a hacer lo que sea, por extinguir a la bestia comunista.

Al exilio sinverguenza le toca apartarse. Al resto comprometido os animo a colaborar, y desde nuestros valores democráticos con el convencimiento de lo que queremos para Cuba, ir a por todas contra las hienas castristas. Hablémosles con un lenguaje que no deje dudas de que a las buenas o menos buenas e incluso a las malas, esto lo arreglamos si o sí.
Y que viva la democracia!