No voy a andar con rodeos: esto léalo hasta el final! Y luego si es usted uno de esos que quiere una Cuba libre, y escuche bien que no hablo de la bebida espirituosa… compártelo!

A raíz del 11J del 21 y dada la imposibilidad de seguir con razonamientos y teorías opositoras después de haber dicho todo sobre el problema cubano, me dispuse aceptando el hecho de la desvergüenza y nulo respeto de la mafia castrista no ya frente a los cubanos, sino ante el mundo que escuchó de boca de su presidente mojón darle la “orden de combate” a sus paramilitares disfrazados de organizaciones de masas, a dejar cualquier posición estética y desarrollar la tesis del enfrentamiento mediante la resistencia y el boicot.
Entonces en una publicación titulada “Candela cubano candela” ( http://antikomunista.org/2021/07/27/candela-cubano-candela/ ) ya avisé de que había que traer inspirados en la Tea de Bayamo una segunda quema definitiva, que arrasase desde el Cabo de San Antonio a la Punta de Maisí todo lo que pudiera ser quemado. Luego desarrollamos la tesis que está oficialmente expuesta bajo el título “Resistencia el camino a la autodeterminación” ( http://antikomunista.org/2022/05/25/resistencia-el-camino-a-la-autodeterminacion-y-extincion-castrocomunista/ ) que con sus porqués y sus por cuántos razonaba un hecho: he aquí después de 63 años el único camino a la libertad conseguida por y para los cubanos.
Llegaron las reacciones. De los amigos por supuesto. A un lado y a otro del exilio entre quienes hemos estado en estas cosas por puro amor a la libertad, y sin más frutos que los de la amargura y de la frustración por sentirnos siempre en desventaja, que respiramos con alivio pues nos asistía el convencimiento de saber que no había nada malo en fomentar desde el exilio el enfrentamiento y la resistencia. El nerviosismo o el silencio vino del resto del sector. De los hipócritas y esnobistas acomodados, de los empresarios alrededor del negocio de la libertad, de los quinta-columnistas disfrazados de opositores y de los castro-comunistas por supuesto. Pero hubo otra reacción largamente esperada: la de los cubanos.
Hoy Cuba está en la calle.
Aún cuando la ferocidad del desgobierno está certificada en las condenas recientes a los cubanos de las protestas de entonces que buscaban el efecto amedrentador consabido, los cubanos protestando se multiplican. A pesar de los apagones eléctricos, analógicos y digitales los cubanos encendiendo fuegos reivindicativos están irradiando luz de esperanza para la nación. A pesar de la represión selectiva y el discurso de miedo expresado en la presencia permanente de las fuerzas represivas en puntos neurálgicos de las ciudades cubanas, los calderos resuenan. A pesar del alucinado mensaje en la televisión y medios en general de las maravillas revolucionarias, el títere no puede pararse en cualquier esquina cubana sin que tengan que llevárselo corriendo. A pesar de la ausencia de liderazgos y la continua presión sobre quienes naturalmente van surgiendo como tales al calor de las protestas, el deseo de manifestarse contra cualquier cosa no para de crecer.

El escenario nacional de restricciones y carestías de todo tipo ha venido para quedarse pues 63 años de ininterrumpido desgobierno y una deuda nacional contraída con las once mil vírgenes, han abocado al proyecto comunista a su última parada. A eso súmenle el escenario recesivo europeo y norteamericano, unido a la guerra de desgaste que está sufriendo occidente hábilmente llevada entre el emperador amarillo y el sátrapa estepario nos tienen como nos tienen, por lo cual repartir lo que se dice repartir… poco.

Por ello hoy más que nunca el fuego se nos presenta como fuente regeneradora. Ya sé que alguno me ha dicho que en Cuba ni siquiera hay cañaverales que quemar, pero mientras quede un almacén o una CADECA; mientras haya una vidriera en pié; mientras quede un baño o un asiento por pintorretear aunque sea con piedra caliza; mientras quede un aliento para quienes ya saben que están en un barco a la deriva y de cara al abismo con sus hijos a bordo… ¡fuego!
Y por fuego valen igual piedras, heces fecales o lo que sea que desde el anonimato de una azotea, la complicidad de un apagón o la invisibilidad de una protesta masiva les sea lanzado con verdadero ánimo de hacerle daño a cualquier cosa que signifique dañar al sistema pues en la medida que arreciemos el daño hacia cualquier cosa que esté a mano, aceleramos el final de los apagones, del hambre, de la insalubridad, del desabastecimiento y de la indignidad de la vida oprobiosa que les han impuesto solo para favorecer los apetitos de una banda criminal manifiestamente en minoría frente al pueblo hoy.

Candela, candela contra todo y el que te diga otra cosa mándalo al carajo que hoy tú fuerza está en tu resistencia, tú esperanza en el daño real al sistema, y tú libertad en los miles de hombros de quienes como tú, han decidido «coger monte» antes que seguir siendo esclavos.
Prende fuego cimarrón!