Hoy quiero poner el foco en una cuestión denominada “ciudades de 15 minutos”. Si usted busca información, verá como la cosa en cuestión se le atribuye con categoría de “invento” a un tal Carlos Moreno. Un español? Olé!

Es verdad que aquí tenemos el orgullo de haber aportado grandes inventos que han supuesto hitos en términos de impacto en la vida de los hombres y nuestra historia humana. Y no estoy hablando del “Chupachus” que ya la “chambelona” estaba circulando por ahí desde 1935 con “La Pequeña Lulú” dándole lengüetazos. Tampoco voy a presumir de las castañuelas o la “guitarra española”, pues han sido cuestiones irrelevantes frente al impacto verdadero de la silla de ruedas para tantas personas limitadas o la jeringuilla desechable, un invento que ha venido a dinamizar y elevar la calidad asistencial de los sistemas sanitarios desde 1973, aunque a día de hoy sea algo desconocido para mis colegas de la “ potencia médica castrocomunista. Que barbaridad!
Resulta que estos voceros de la #Agenda2030 y comparsa están promocionando un “invento español” que va a revolucionar la dinámica planetaria. Probablemente vamos a ser tan sostenibles, que tendremos más oxígeno que los dinosaurios del Pérmico. Manda huevos! Lo definen catedráticamente,_ la izquierda siempre rimbombante _, como “ciudad de los 15 minutos”.
Este suflé fue promocionado desde el inicio gracias a la animosidad de otra hispánica: Ana María Hidalgo, alcaldesa de Paris y miembro del partido socialista. Oh là là. Dice el refrán que Dios los cría y ellos se juntan, y así parece haber sido en esta ocasión. Dos exponentes de este país nuestro donde proliferan lazarillos, siempre intentando aprovecharse del ciego de turno. Y como los ciegos se cuentan por millones en este mundo gracias al relativistmo y la posmodernidad, es entendible la notoriedad que le han adjudicado al asunto. Lo están copiando algunas capitales mundiales con menor o mayor animosidad como en Oxford, donde se lió la que se lió porque alguien se cogió demasiado a pecho el “invento” y uno de sus conceptos asociados: perímetro comunitario.

Pero ahí está el sentido común para poner las cosas en su sitio. Porque esto de los 15 minutos es una simple y reverenda mentira en términos de “invención”. En términos sociológicos… se inventó por la misma época en que inventaron el agua tibia.
Por qué digo estas cosas? Pues por pura sensatez. Hay alguien a quien no le gustaría tener el médico, la escuela de sus hijos o el supermercado no a 15 minutos, sino al lado de su casa? Acaso los vecinos de Pinto van a preferir irse hasta Alcobendas a atenderse un juanete teniendo a un buen podólogo a 10 minutos de su residencia? Es que estos soplagaitas sociocomunistas creen que si una persona tiene un trabajo bien remunerado en la esquina de su casa que le permita dedicarle más tiempo a su familia, va a preferir otro parecido a 1 hora de camino con los costos asociados que ello conlleva?
Y digo más. Teniendo en cuenta que hay gente pa to’, sé perfectamente que encontraríamos a muchísimas personas que responderán: pues sí! Y aunque algunos de esos argumentarían sus razones como puede ser el hecho de preferir una mejor educación para sus hijos, un mejor especialista o una adicción al trabajo y a la superación, la verdad es que muchos solamente responderán en función de su sacrosanta libertad de elegir… porque sí.
Y guambán!. Porque no hay dudas de que el concepto cercanía es un elemento que todos valoramos,_ se exceptúan los promotores de la monserga ambientalista por sus abultadas carteras_, cuando vamos a comprar una casa, vacacionar o simplemente tomarnos un café. Es una cuestión básica de sentido común. Como igualmente es de sentido común dar por bueno desarrollar tecnologías alternativas al petróleo, básicamente porque es limitado y un día se acabará. O los edificios sostenibles, que igualmente pueden representar una mejoría para sus habitantes en términos de gasto comunitario cuando tienen instaladas calderas compartidas, siempre que puedan permitírselo. Es de cajón!

Lo que nunca entenderá esta izquierda totalitaria bendecida por ese mundo financiero que pretende hacer de la humanidad una variable cierta para calcular hasta el último céntimo que proporcionaremos al sistema a lo largo de nuestra existencia, es la libertad de quienes sencillamente se las pela la ecología, las tropelías del príncipe Guillermo o la sonda enviada a Marte.
A esos. A nosotros solo nos convencerán con argumentos razonables que no sean contrarios ni a la ley natural, ni al sentido común. Vayan con sus plazos a freír espárragos y métanse vuestras iniciativas totalitarias por donde les quepan, sean estas utópicas, distópicas o psiquiátricas.

Al menos a mí me gusta la conducción y dependiendo del estado circunstancial de mi bolsillo y los kilómetros a recorrer, lo mismo alquilo un híbrido que un diésel; como igualmente hoy me voy hasta Valdepeñas solo para tomarme un buen vino, que pudiera tomarlo igualmente en Puertollano… pero no me da la gana.
Y recuerda, mas vale perder un minuto en la vida, que la libertad en 15 minutos.