Rincón de lectura.

Un espacio para cubanos esperando la vacuna. Más que libros son dosis de «espabilín», terapia muy necesaria con este pos-modernismo de flautistas malintencionados y burros con altavoces.

REVULSIVO ANTICOMUNISTA.

Este libro es una deuda personal de un hombre que en su odisea por intentar regresar a su Ítaca antillana, solo la ve alejarse cada vez más.
Después de quince años desde que decidiera con plena conciencia y corazón amordazado, tomar el camino del exilio, hoy completo lo que considero una deuda a saldar que espero contribuya en allanar el camino de vuelta; han sido estos unos años en que he visto desvanecerse uno tras otro proyectos, anuladas desde la represión o la desaparición física a personas que han buscado igualmente caminos de libertad; de ahí, que ante el mantenimiento del status quo en el que la tiranía castrista pretende continuar a través del sometimiento a todo un pueblo, se encuentre la primera de mis motivaciones; además de la falta de libertades en Cuba, y la necesidad de remediarlo, está el impacto que en la región, donde muchos de los momentos convulsos que han vivido, y viven los latinoamericanos desde tiempos de la guerra fría, se encuentran directamente relacionados con la influencia ponzoñosa del castrismo en la región; de ahí la otra motivación a la publicación de este libro, lavar la honra frente a nuestros hermanos latinoamericanos que en algunos lugares llegan a confundir castrista con cubano, y a Cuba con el desgobierno que se ha adueñado de su voz.
Amigo, una sociedad como la cubana adormilada por el resultado de un secuestro generacional, un exilio de millones de personas todas ansiosas por la caída del castrismo pero cada una con un proyecto personal para llevarlo a cabo, y un continente incapaz de soltar un lastre que le ha marcado en sus aspiraciones de prosperidad/calidad de vida, merecen un revulsivo que les haga vomitar, y sacarse de dentro tanta pereza o apatía; así que he intentado, desde una opinión no condicionada por terceros o urgencias, mezclar vivencias personales, historias familiares, sueños; y agitándolo todo en la coctelera de la historia de la Cuba de los últimos sesenta años, buscar la medicina que me ayude a motivarte, hacerte reflexionar sobre tu situación, y así, desde un punto de vista que nace del conocimiento desde una vivencia de más de treinta años de dictadura castro comunista, darte razones para ayudarte a comprender o abdicar de tus reticencias a desnudar la ideología comunista, para que la contemples en su verdadera dimensión, que no es filosófica sino humana.
Aportando mi visión, intentaré llegar a quienes deben reclamar esas libertades y derechos en Cuba, y llevar una posición discordante a muchos simpatizantes más o menos conscientes del castrismo en la región, a los que solo desde la manipulación de una imagen engañosa de los «logros» de Cuba en esta etapa, hayan podido dejarse seducir o engañar para mostrarles una visión que ciertamente está avalada, desde la experiencia de media vida entre los barrotes de esa gran cárcel que es la Cuba de los últimos sesenta años.
Y todo ello desde un lenguaje cercano despojado de conceptualizaciones, exento de cifras o referencias a datos que demuestren estas afirmaciones, que ya están avaladas por la historia, y acompañarte así, desde la sencillez y la cercanía con la única intención de que descubras entre estas líneas, libres de pretensiones literarias, mi verdad sobre lo que ya se sabe desde tiempos de Lenin y Mao: el comunismo no funciona.
¿Y todo para qué? Pues casi nada, para ayudar a liberarte, liberarnos; para que pueda volver a mi paraíso antillano, al que aspiro un día lo rodee una América a la que ciertamente la acusan demasiados dolores como para sentarse a esperar, y que espera una sanación, que no llegará mientras no nos saquemos de dentro el veneno que un día permitimos que nos inocularan.

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LA PUERTA. Para cubanos buscando practicar el amor por la libre.

UN PAR DE APUNTES.

No será este ese folletín para salidos que presumiblemente andarías buscando al pararte frente a una cubierta tan sugestiva para los tiempos que corren, donde hemos priorizado celeridad sobre sabiduría. No has tenido en cuenta aquél refrán que dice: nunca juzgues un libro por la cubierta.

De ahí que haya querido advertírtelo evitándote pérdidas de tiempo. El contenido de este libro va de libertades sí, y de amor igualmente aunque lejos del lodazal que creías y donde todo hijo de vecino debe y merece revolcarse. Pero aquí estamos buscando por encima de las sombras que oscurecen hoy el alma cubana, una trascendencia de lo mejor de quienes un día hace ya mucho tiempo, entre cobardías, buenas voluntades y malas intenciones, erraron el sendero de la concordia y la felicidad dejando a trozos en su andurriar, a una cubanidad que habíamos ganado a brazo y machete.

Y hay más si quieres adentrarte. Aquí están contenidas hijas de su circunstancia y de un tiempo suspendidas como en una especie de instantáneas, reflexiones, angustias y esperanzas. Todas estas publicaciones hoy llamadas “posts” por esos pos modernistas globalicones desconocedores de la realidad en la ínsula más grande de las Antillas. Aquella vive anclada aún en 1959 cuando en acto suicida y colectivista aquellos abuelos nuestros adoradores de barbas, decidieron parar el reloj del progreso.

Para cuando quisimos matizar la creación ya había concluido el séptimo día. Trasplantados a un nuevo paraíso mitad estepario y mitad tropical comenzó la sincretización del nuevo Adán. Este despertó junto a otros muchos de igual nombre y condición incapaces de reconocerse, porque la individualidad fue castrada en favor del nuevo orden que hizo exiliarse definitivamente a Dios, azorado de ver como habíamos renunciado al libre arbitrio por pura pereza.  

Y la voz se esfumó dando paso a los ecos. A una cacofonía que repetimos una y otra vez hasta que un día al mirarnos al espejo descubrimos que no había nada interesante que mirar. Así llegaron las máscaras a evitarnos la vergüenza y con ellas, la mascarada en que convertimos nuestras aspiraciones y sueños transmutados en la cocina del hacedor. Este sabiéndonos masa nos moldeó a su idea y necesidad. Un ejército de Matriuskas caribeñas que aunque pudiesen acusar algunas diferencias, tendrían en su vacuidad interior el común denominador.

Por supuesto que saldrían algunas defectuosas renuentes a ser vaciadas de contenido y que fueron en principio descartadas. Más aquella limpieza primigenia no sería óbice para que siguiesen apareciendo aquellas marionetas díscolas, reticentes a moverse sin voluntad. Eran el resultado de un “defecto de fabricación” no calculado cuando se intenta automatizar almas. Entonces se les excomulgó y fueron apartadas, exiliadas, encarceladas. Y se ordenó a sus pares darles la espalda, y silenciar su recuerdo.

Cuando el momento de experimentar y acomodar indecencias concluyó. Cuando la alineación y la planificación cual cantos de ninfas nos atrajeron cual marinos decimonónicos. Cuando la línea de montaje estuvo lista en modo producción, llegó lo peor que puede llegarle a un lugar como este: el tiempo.

Y pasó. Implacable e indiferente sobre tres generaciones que nunca llegarían a imaginar, que el coste verdadero de su abdicación ciudadana no iba a ser ver reducido cuatro veces su per cápita, recolocada su presencia en el escenario de naciones del proscenio al foso o exiliar a millones que llevaron troceados en porciones fragmentos de cubanidad. Mantener la esperanza iba a ser muy complicado de cara a rearmarnos considerando que la conversión incluyó hasta nuestras preferencias dietéticas forzadas por desesperación, y que restarían algo más que la talla a aquellos descendientes íberos. Pero hubo más porque el verdadero coste de aquella auto traición fue la pérdida de una humanidad que escurrida entre el control totalitario, la indiferencia de tantos y la complicidad de otros muchos, nos llevó a ritmo de conga directos al cementerio.

Hoy es tiempo de recomponer, de juntar esos pequeños puñados de tierra salvaguardados que tomamos al partir y llevárselos a quienes son incapaces de cosechar, por falta de sustrato en el que asentar raíces nuevas. No será un proceso dulce. La idea bobalicona o poética conque algunos venden la reconstrucción de Cuba, donde compatriotas a uno y desde otros muchos lados compartirán esfuerzos alumbrando un sol de dignidad y felicidad para todos como por arte de birlibirloque, son resultado de unas ansias de cambio que han pasado por alto el daño verdadero a todos los niveles y en todos los estratos de un país que se cae a pedazos en primer lugar, y segundo desde la ignorancia de cuan duro puede llegar a ser el oficio de constructor.

Aun así no podemos retraernos. Como dice el refrán lo que no se hace por amor se hace por honor. Aquí ambas razones superpuestas en quienes resguardamos en nuestro ADN, una información genética que escapó a la manipulación del laboratorio castrista para gloria de las generaciones futuras. Eso si acaso logramos llegar a legárselas en medio de tanta confusión y poca predisposición a la colaboración entre quienes aquí, allá o acullá, necesitan armar este puzzle que maledicencias urdidas a través de seis décadas hacen hercúleo el trabajo a realizar.

Por ello y porque despertar a una conciencia medio adormilada entre la narcosis y la desinformación o medio amedrentada entre el control y la dependencia va a requerir de una terapia de choque, ahí les va esta especie de menestra prosaica en su acepción más elevada y valga la redundancia. Porque no ha tenido pueblo americano mayor reto, que los cubanos entre el aislamiento y la desconexión para sacar la cabeza del hoyo en que incluso hoy, muchos siguen sintiéndose cómodos.

Búsquense aquí. Ya sea vuestro estilo vintage o pos modernista que aquí hay para todas las perchas y alguno de los trajes les servirá.  Solo espero y confío pues si la triste verdad puede dolernos, igualmente hará espabilar a unas mentes que fofas de tana inacción, necesitan que le peguen un par de gritos recios, de esos que adornan nuestra idiosincrasia latina y que estos zarrapastrosos reprogramaron en modo chabacano solo para perdernos.

Y por supuesto, y para que al final… la cosa tenga remedio.

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«Cuando hay muchos hombres sin decoro, otros cargan en sí el decoro de todos y en ellos va la dignidad humana.»

José Martí.

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