Un cubano de dentro ha dado pie a este post. Pasa que en mis urgencias por allanar el camino a la libertad les mostré mi malestar por tanta sensibilidad en nuestros compatriotas hacia cualquier cosa que esté en “el bombo”, y sin embargo frente a los pronunciamientos acerca de la necesidad de pasar a un tiempo de resistencia y boicot al sistema, el silencio y/o la indiferencia es la respuesta. Estoy seguro de que si me pusiera a hurgar en las redes sobre publicaciones de mis paisanos, encontraría alguno que otro disponible para ir a pelear a Ucrania.
Pero para contextualizar el asunto voy a reproducir exactamente sus palabras: “… la peor parte la lucha por la libertad de Cuba, la sufrimos los que estamos dentro del patio, que a pesar de los injustos encarcelamientos, amenazas, golpeaduras y sin recursos seguimos el camino, no critico a los que apollen la lucha desde el exterior, pero la peor parte la sufrimos los de dentro, se debe de tener un poco más de cordura y consideración con la oposición interna”.

No seré yo, quien lo único que hice en Cuba fue oponerme al sistema de manera personal desde antes de mi mayoría de edad, y asumir una posición coherente de desconocimiento y no colaboración con nada que viniese de sus estructuras, la razón de la respuesta a ese compatriota y a muchos otros que igualmente piensan así. Eso sí, aprovecharé esta reflexión para seguir buscando la necesaria comunión entre todos pero sin faltar a la verdad y la justicia, porque es lo honesto y necesario además.
He tenido el privilegio de haber conocido a unos cuantos cubanos exiliados en estos años. Recuerdo aquel de la pequeña Habana sobreviviente de la invasión y a los contenedores donde les encerraron para trasladarlos a La Habana totalmente trastornado, y encima teniendo que vivir el dolor de ver a Cuba secuestrada, él exiliado y dependiente de la seguridad social americana, asistiendo al devenir de un día tras otro sabiendo que no es “ni de aquí ni de allá”. Han habido muchos que a lo largo de estos años dejaron de prosperar, cuidar sus familias, arriesgar su patrimonio o su vida e incluso la de los suyos en esta contienda. Y por supuesto los muertos. Infiltraciones en Cuba, misiones en terceros países y todos dando lo mejor de ellos es decir ellos mismos, simple y generosamente por la libertad de los de allá.

Querido hermano y compatriota. En esto de “la peor parte” honestamente y pensando en los años que tuve que sufrir el castrocomunismo y recordando a tantos otros que en peores circunstancias lo han padecido igualmente, para luego haber tenido que seguir la expiación en tierra extranjera donde entre el desarraigo, la añoranza y la impotencia vamos llevando los días sin olvidar, sin renunciar, no sé yo la verdad quiénes llevan la peor parte. Si esto hubiese sido escrito desde los conceptos y aptitudes que pululan por ahí, habría afirmado que la peor parte la hemos llevado los que hemos sufrido a ambos lados del charco.
Pero no! Mis únicas intenciones siempre irán a buscar el punto de encuentro. La comunión necesaria entre los cubanos de dentro y fuera hacia un esfuerzo por liberar la patria cautiva por una banda genocida y criminal.

Por eso os digo: la peor parte la llevamos los cubanos todos. Al menos todos los que sufren, añoran, sueñan y trabajan por la libertad desde la generosidad y el desprendimiento hacia sus hermanos.
Dejémonos de sopesar el dolor y centrémonos en juntar el esfuerzo para llevar a todos los cubanos el convencimiento y la necesidad de un tiempo nuevo de oposición desde la resistencia ciudadana, y el boicot a las infraestructuras del régimen si queremos apurar el camino.
Eso si queremos que la peor parte la lleve esa banda criminal.
Libertad!